Por aclamación popular (bienvenida Laura!) y por incontinencia emocional, os voy a dar un poco más el coñazo con La mejor juventud. Bueno, los datos técnicos para Laura, primero, aunque me temo que no encontrarás la película en ningún cine fuera de Madrid. En realidad, sólo la ponen en el Conde Duque de Alberto Aguilera (la 1) y en el de Santa Engracia (la 2). Es una peli italiana dirigida por Marco Tulio Giordanno en 2003 que se llevó un montón de Donatellos (los Goya italianos), el premio de la sección Una cierta mirada en Cannes y otros en festivales menores (pero muy interesantes). Traza un retrato muy lúcido y sentimental (llevaos kilos de kleenex) de los últimos 40 años en Italia (termina casi con el asesinato del juez Falcone, aquel justiciero romántico que pretendía terminar con la mafia siciliana), a través de una familia milanesa, más en concreto a través de sus hijos.
Me habían dicho que la segunda era mejor. En realidad, la programaron primero e independientemente de la primera y aunque se pueden ver por separado, juntas son un regalo perfecto que hacerle a alguien a quien quieras (¿estará en DVD?). La segunda es mucho más intensa dramáticamente, y no contaré nada de la peli para no reventarla, aunque sí diré que hacía tiempo que no veía una peli tan viva en años, tan bien rodada, con ese naturalismo tan difícil de conseguir que hace que no se note la cámara, con tal capacidad de emocionar sin caer en lo ñoño que te deja absolutamente indefenso ante lo que ves en la pantalla. Los dos hermanos, tan diferentes, me han hecho pensar en la suerte que tienen esas personas que son como fresas: sencillas, bonitas y apetitosas. No engañan: sabes por su aspecto que estarán ricas, que te harán bien y que volverás una y otra vez a ellas. No necesitan piel ni cáscara ya que su mirada vuelve todo hermoso y por eso casi nada las hiere. Otras, en cambio, deben convertirse (¿o quizá nacen así?) en cebollas, escondidas bajo millares de capas que han tenido que ir poniéndose para no acabar rendidos (decepcionados) ante la realidad, y con un sabor extraño que no a todos agrada sino es como acompañante de algo más sabroso.
Ellas, las mujeres, las dos hermanas, son fuertes, cada una a su modo. Una en plan dura-tierna. Otra fuerte-dulce. Me llama mucho la atención cómo muchos directores suelen retratar casi siempre estos dos tipos de mujer. Aunque quizá las italianas sí sean así, generalizando, por las particularidades de la sociedad en la que se mueven (o se movían).
Y por debajo, el discurrir de la vida, tan imprevisible para las fresas y tan marcado por la fatalidad para las cebollas. Bueno, esta metáfora vegetal es un poco chusca, pero son más de las 24 h. y el día ha sido largo.
Id a verla. Le voy a pedir a mi hermano que la busque para bajársela. Ya os contaré si la localizo.
Chao chao!!!