Ayer acabó el Festival Internacional de Cine de Gijón. Este año me lo tomé con más calma que nunca por culpa de un leve esguince de tobillo que me hice el sábado pasado jugando al fútbol a las tantas de la madrugada. Sabed que el deporte no es tan bueno como cuentan por ahí. El informe médico mandaba estar 10 días de reposo y dónde mejor para reposar que sentado unas cuantas horas en la butaca de un cine ;-) Así que a pesar de la calma, al final pude ver 12 películas. Pero me perdí todas las fiestas, algo bastante importante en el festival de Gijón. Creo que es lo que más diferencia este festival de otros.
Por primera vez desde que voy al Festival, y hace ya unos cuantos, coincidió que ví la película ganadora: "Vento di Terra", de Vincenzo Marra. Y me gusta que haya ganado. Por supuesto, no ví todas las películas de la sección oficial (no soy masoquista) y no la considero un peliculón, pero de las que ví de sección oficial, fué la que más me gustó.
Es una película con una historia muy triste, con algunos argumentos parecidos a lo que se llama "cine joven independiente" (por ejemplo hay una violación de por medio, a su protagonista le pasan desgracias constantemente...) pero completamente alejado de lo que se ve hoy en día. Al contrario que en las películas de Moodysson (por poner un ejemplo de moda) no se ve absolutamente nada morboso. De la violación, solo hay media conversación en la que lo intuyes, nada de contar con pelos y señales como fué. Personalmente, me impresionan mucho más las cosas apuntadas que las explícitas.
Pero lo que más me gusta de la película no es su historia, sino que está impregnada de lo que para mí mueve el mundo, el afán de los protagonistas por sobrevivir, seguir adelante aunque su vida parece más bien avocada al sufrimiento. Últimamente pienso en esas cosas, en las personas cuya vida solo le traen reveses y aún así sacan fuerzas de flaqueza, mientras que otros por cosas intrascendentes son capaces de acabar con su vida. Son cosas que creo que son difíciles de mostrar en una película, y ésta no creo que lo haga mal.
Lo único a lo que creo que se puede echar en cara a esta película es que es poco novedosa. Es una especie de mezcla del cine de Robert Bresson con el de los neorrealistas italianos, es decir, un tipo de cine de hace ¡¡40 años!! Pero lo que puede ser un punto en contra, lo transformo en un punto positivo. Me encanta ver cosas así. Soy fan de Bresson y esto me hace serlo aún más, porque veo que su estilo está vigente hoy en día, y que puede ser tan trasgresor como el que más.
Otro día os cuento lo demás que ví en el Festival. Solo decir que me sorprendió el salto cualitativo de la organización. Ni películas cortadas, ni retrasos, ni colas, las copias en muy buen estado... en eso, este año el festival merece un 10.